TERESA
Detrás de
aquel jardín de azucenas y dalias,
están todas
las cosas que suelen esperarla,
los hijos,
la ternura, las tareas de la casa
y el
encuentro con Pedro, después de la jornada.
Y se te
apura el pie, el corazón, las ganas,
corre,
corre Teresa, que una vida no alcanza.
Detrás de
aquel jardín de azucenas y dalias,
La derrota,
el cansancio, de diez horas de fábrica,
Y el mantel
de la cena, recoge las migajas,
de mujer
que no quiere perder las esperanzas.
Los niños
se han dormido y en la noche que avanza
un instante
de besos, te recupera el alma
y de pronto
el reproche, la rabia desatada,
detrás de
aquel jardín de azucenas y dalias.
Duele la
vergüenza y duele la trompada,
y más duele
la pena que marchita en el alma,
golpe a
golpe los sueños, los mimos, las palabras,
y duele
darse cuenta que hay amores que matan.
Detrás de
aquel jardín de azucenas y dalias,
todo vuelve
a la misma rutinaria romanza,
y allá se
va Teresa camino de la fábrica,
que nadie
se de cuenta, que nadie sepa nada.
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