Julio César Castro
El Soñador
Los carteles
Hombre
que supo ser celoso para las intimidades de su rancho, aura que dice, Cotolengo
Fortín, casado con Hermosura Cualunque, una mujer tan bonita que la gente la
veía y comentaba: “¡qué bonita!”. Cómo sería que le decían “la bonita”.
A
Cotolengo Fortín no le gustaba que la gente se le metiera en el rancho sin
llamar. Decía que antes de arrimarse a las casas hay que avisar de lejos.
Para
evitarse problemas, cuando se casó puso en la tranquera un timbre de bicicleta.
Nunca llegó a escucharlo, porque a las pocas horas los muchachos se lo llevaron
para hacerlo sonar en algún carrito de mano, así que estuvo cavilando una noche
entera y al otro día puso cartel:
GOLPEAR ANTES
DE ENTRAR
Al
poco rato, la gente le entraba al rancho como si tal cosa para preguntarle:
“¿Golpear, qué?”.
Muy
fastidiado porque se le había llenado el rancho de vecinos y extraños, y arriba
los había tenido que invitar con mate y unos pasteles, esperó a la otra mañana
para poner otro cartelito que decía:
GOLPEAR LAS
MANOS
Al
poco rato, todo el que pasaba frente a la tranquera golpeaba las manos, y
seguía de largo porque no tenía interés ni en saludarlo, pero carteles son
carteles y más vale hacerles caso porque nunca se sabe.
Se
pasó otra noche sin dormir, cavilando, y a la mañana siguiente encajó otro
cartel que decía:
GOLPEAR LAS
MANOS EN CASO DE NECESIDAD
Para
el medio día se le había llenado el rancho de gente a preguntarle si había que
golpear en caso de necesidad del que golpeaba, o necesidad de él de que
golpearan, y cómo hacían para saber cuándo estaba necesitado y cuándo no, ya
que para preguntarle primero había que golpear.
Cuando
pudo desalojar el rancho con ayuda de los perros, la mujer le hizo una olla de
tilo bien cargado y se quedó cavilando. No pegó un ojo en toda la noche, pero a
la mañana tenía el cartelito que era un lujo de letras:
SI LLEGA DE
VISITA GOLPEAR TRES VECES
Se
tuvo que esconder en el galpón de las herramientas, porque el rancho era un
hormiguero de gente preguntando cuántas veces tenía que golpear el que no fuera
de visita.
Esa
misma tarde salió medio loco, puso una campana en el rancho con una piola que
iba hasta la tranquera, y en la punta de la piola le colgó un cartelito que
decía:
¡GOLPEÁ QUE
TE VAN A ABRIR!
Llegó
al boliche El Resorte hecho una desgracia. Estaba tan impresionado con el
asunto, que no sabía si golpear en el mostrador o esperar que le pusieran un
cartelito. Cuando contó sus problemas, todos le dieron cualquier cantidad de
consejos, pero el único que le dio el consejo justo fue el tape Olmedo. El
hombre salió loco de contento del boliche.
Al
otro día colgó cuarenta y siete carteles distintos en la tranquera, y como la
gente no tenía tiempo para perder leyendo las bobadas de este loco, seguían de
largo sin molestar para nada.
Gracias por subir el cuento de JUCECA son mis deberes de Id. Español. :D
ResponderEliminargracias me sirvio
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